jueves, 7 de abril de 2011

Piedras y petrificaciones

La otra mañana, mientras hacia tiempo entre dos reuniones, entré en el museo geominero de Madrid. Un auténtico museo del siglo XIX; y no lo digo por el edificio (una sala espectacular, que además es de principios del XX) sino por la concepción museística: textos largos y nada divulgativos, mucha fórmula química, y terminología dirigida a expertos, pero no a visitantes con escasos conocimientos geológicos.

"¿Un museo en Madrid de piedras y fósiles, en un blog de León?", pensarán algunos, creyendo que me han pillado en un renuncio al no encontrar la etiqueta de digresiones...pues que no se pasen de listos, que la cosa no va por ahí: el hecho es que el museo posee una variada representación de fósiles y minerales procedentes de León. Una gran variedad de Trilobites, equinodermos y cnidarios, del Devónico y Carbonífero (hace más de 300 millones de años), encontrados en Colle, Orzonaga, Boñar, Aviados, Villamanín...pueblos todos ellos situados sobre la veta de carbón que dio en su día riqueza a esas comarcas.

Sorprende que, siendo las etiquetas de cartón y máquina olivetti, no hayan sido capaces de corregir burdos errores, como la atribución de dos minerales, azurita y aragonito, al pueblo leonés de Villamarín (y no Villamanín), o situar la recogida de una moscovita en los pueblos leoneses de Carracedo y Vañes (población esta última situada en la montaña palentina).

Me gustan los minerales y los fósiles (los recogidos por mí, no los que vienen en las colecciones de Planeta de Agostini a dos euros el pedrusco, vete tú a saber arrancados en qué condiciones). Ya lo dejé ver en otra entrada previa.

Y tengo algunos, como estos dos vestigios vegetales del Carbonífero.


Un bivalbo, de Sierra Morena, recogido a lo bestia hace muchos años y con las mejores intenciones por un colega del trabajo, pensando que me haría ilusión.


Aquí va uno de mis preferidos, un arbolito delicado que se asemeja a un fósil pero que no es tal: una dendrita de óxido de manganeso.



Y otro, para acabar, de enorme belleza: un lapislázuli. En la exposición universal de Sevilla, del año 1992, el pabellón de Chile exponía un trozo de glaciar, y el suelo de la sala era de lapislázuli. Este fragmento fue recogido en el pabellón abandonado, años después.

1 comentario:

  1. ¡Qué fósiles más espectaculares!
    A mí tampoco me gustan los que editan las editoriales.
    ¿Qué color el del lapislázuli...!

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